La alianza política para el 2024
Santo Domingo, RD
República Dominicana, además de en crecimiento económico, es un
Ángel Lockwardejemplo de equilibrio y alternabilidad política – a pesar de las crisis electorales - a lo largo de 56 años, pasando del bipartidismo al tripartidismo, incluyendo que, transitó sin escarceos la pérdida de relevancia electoral de los dos partidos más grandes y viejos: Todos los grandes partidos, fueron gobierno.
Historia de divisiones y desprendimientos como las sufridas por el Partido Reformista con el Mida (1970) o el PRD con el PLD (1973) y, de nuevo el PRD con La Estructura y el BIS (1990) no impidieron pasar de la democracia liberal, esencialmente electoral, al Estado social y democrático de derecho actual, que también incluye otras dos importantes divisiones en los partidos hegemónicos; otra vez el PRD se divide y pare el PRM (1916), esta vez queda postrado en cama hasta la fecha.
El PLD que antes sufrió varias deserciones menores previas a su llegada al poder, esta vez sufrió una grave ruptura cuando, previo a las elecciones, se desprendió la Fuerza del Pueblo, encabezada por quien hasta entonces había sido su líder.
A lo largo del periodo 1966/1994, cuando la elección presidencial era por mayoría simple, no obstante, con dos partidos fuertes, hubo múltiples alianzas que regularmente se pagaban con curules en la Cámara de Diputados y, en ocasiones, con posiciones menores en el tren público.
También se plantearon grandes coaliciones, como el Acuerdo de Santiago y el frente que se orquestó para sacar a Balaguer del Palacio Nacional en 1978, pelota que éste devolvió, por motivos distintos con el Frente Patriótico que llevó al PLD por primera vez al poder en el 1996, luego de la reforma constitucional.
Establecida la mayoría absoluta hace 28 años, esta produce su primera alianza dos años más tarde cuando el Dr. Peña Gómez no alcanzó la mitad más uno de los votos y, perdió ante Leonel Fernández.
El tripartidismo tiene su mejor medición – y ejemplo de civilidad política - en las elecciones del 2000, cuando, sin que Hipólito Mejía obtuviera el 50% de los votos, los reformistas – no el Dr. Balaguer – le proclamamos por la diferencia de votos que había entre él y los otros dos contendientes casi empatados con un 25% cada uno, Danilo Medina y Joaquín Balaguer.
El disminuido PRSC del 2004 parte de cuyo caudal se acomodó con Leonel Fernández desde el 1996, concurrió dividido y, en ese certamen, tras la debacle producida por la crisis bancaria del 2003, el PLD ganó, solo, sólidamente: A partir de entonces, el PRSC no se compondría más, sus reductos continuaron divididos entre las dos fuerzas principales y, por ese motivo, la Alianza Rosada, pasó sin penas ni glorias y, el PLD obtuvo una victoria en el 2008 con una mayoría congresual inesperada y contundente.
Aprobada – por esa victoria - la Reforma Constitucional del 2010, con el entonces líder del PLD en su mejor momento, éste ganó las elecciones sin mayores problemas a favor de Danilo Medina, quien aprovechó su alta aprobación, sobre un 80% para modificar la Constitución y restablecer la reelección sucesiva por un segundo mandato – que debido a la división del PRD - ganó en el 2016, sin dificultad, frente al recién nacido PRM.
Con la publicación en diciembre de ese año de las informaciones del caso Odebrecht empezaron en el 2017 los problemas del PLD en el Gobierno que, con 13 años en el poder había acumulado un control absoluto de la sociedad y, sólo podía vencerse a sí mismo; los cuestionamientos le originaron un desgaste leve; sin embargo, la lucha por la candidatura presidencial y su desenlace, originó un cisma que determinó su derrota, aunque no era tan evidente en febrero del 2020 cuando se convocaron las elecciones municipales.
Si es cierto que al dedo malo todo se le pega o conforme a la ley de Murphy: si algo puede salir mal, va a salir mal en el peor momento, eso aplicó al PLD del 2020, pues la Chapuza de la Junta Central Electoral que se vio obligada a anular la convocatoria a elecciones municipales, se le pegó al PLD y generó un miedo lícito en todos de que la democracia estaba en peligro creando ambiente para alianzas hasta entonces insólitas, lideradas por Luis Abinader, entre el PRM y partidos que siempre fueron cercanos al PLD de Leonel, incluida la recién nacida, Fuerza del Pueblo: El resultado fue una sinergia que sepultó las posibilidades del Penco y perdieron en primera vuelta.
Ahora hacia las elecciones del 2024, municipales, que serán un termómetro de las alianzas y firmeza del PRM con un PLD que, tras ser vapuleado, aún conserva una sólida estructura y el patrimonio político de 16 años de gobiernos de crecimiento sin inflación que transformaron el Estado, pero que, carece de adalid.
Con, por otro lado, Leonel Fernández – tres veces presidente - quien, con la FP puede encabezar una oposición útil y seria para catapultar su figura por encima de los aspirantes morados con el objeto de que estos – en un pacto, coalición o confederación – se vean forzados a cederle el paso: Esta vez, a su edad, no puede ser de nuevo aliado estratégico del PRM.
El presidente Abinader que manejó bien la crisis heredada de la Pandemia ¿Cuál es el enemigo bueno? Algunos trogloditas podrían responder, el enemigo muerto. En las democracias, el mejor enemigo es el que está tranquilo, retirado en seguridad, viajando de vacaciones… porque ese no conspira, ni se anima a encabezar cruzadas en contra del Gobierno.
Gobernar – que no es una tarea moral - es lidiar con intereses encontrados, buscar consensos respetando el disenso, dando garantías a las minorías para evitar que estas – unidas – hagan mayorías en tu contra, en ese sentido, lo sabio puede ser que Luis y el PRM eviten que el PLD y la Fuerza se unan y presenten una fórmula, como la siguiente: Leonel candidato presidencial con Abel Martínez o Domínguez Brito y, el que no, senador por Santiago; Margarita Cedeño senadora por la capital…., y, otros arreglos. Si algunos creen que es imposible, esperemos.
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